jueves, 6 de marzo de 2014

El rincón del... indiferente



EL RINCÓN DEL  INDIFERENTE

Cuando nos dejan en el buzón un envío vemos de qué se trata y lo tiramos si no nos interesa. Nos resulta indiferente. Lo mismo ocurre a algunos con las cuestiones religiosas. Tira a la papelera la hoja parroquial que le han dejado en el buzón, no lee en la prensa las noticias religiosas. Todo ello le trae sin cuidado. Es indiferente; no estima lo religioso.

¿Conoces a alguno? ¿Tienes tú algunos rasgos?
¿Por qué existe el indiferente religioso?
Varias causas han podido llevarle a la indiferencia religiosa:


- No haber vivido el despertar religioso en la infancia.

- En la familia no recibió ninguna transmisión religiosa.

- A nivel personal nunca se ha preguntado por qué otros son religiosos y él no.

- Ha tenido alguna decepción o mala experiencia con personas o instituciones religiosas y abandonó la religión.

- Lleva una vida de evasión por diversiones, etc.

- Se dedica a un objetivo que le obsesiona o apasiona.

¿Qué puede hacer el indiferente ante lo religioso?
Es difícil despertar la inquietud religiosa a uno que no la tiene. Pero,

1. Necesita preguntarse ¿Por qué soy indiferente a lo religioso cuando un alto número son religiosos? ¿Qué les mueve a otros a dar su vida por Dios?

2. Sería bueno que converse con alguna persona que viva intensamente su fe y escuche su testimonio.

3. La lectura de algún libro sencillo testimonial.

4. Visitar algún santuario o participar aunque sea por curiosidad en alguna romería con asistencia masiva.

5. Ayudar, servir, amar a los demás individual u organizadamente. El amor puede ser el punto de partida para despertar el amor a Dios, fuente de amor.









EL RINCÓN DEL  ALEJADO

Juan tiene unos padres muy religiosos y recibió una educación religiosa basada en las costumbres. Iba a clase de religión en la escuela, está bautizado, recibió la Primera Comunión e incluso recibió la Confirmación. Participó en algún campamento que organizaba la parroquia.
Al ir creciendo fue dejando la asistencia a la iglesia , las oraciones que hacía de niño. Solo asiste a funerales y a bodas de familiares.
Siente la religión como algo lejano que a veces añora. En verdad, vive como si no creyera en Dios.

¿Hay muchas personas parecidas con Juan? Y tú ¿tienes algunos de sus rasgos?

¿Qué le ha pasado a Juan?
¿Por qué se ha alejado de Dios, de la práctica de la fe?
 Juan dice que cree en Dios pero su fe le sirve para muy poco.
Se ha dejado contagiar por el ambiente de enfriamiento religioso. Los amigos tampoco le han ayudado. Actúan como él. Los medios de comunicación le han influido negativamente. Por otro lado, anda muy agobiado con el trabajo, la familia y su tiempo libre.

¿Qué puede hacer Juan?
Reaccionar. Es hora de hacer un silencio en la vida y dejarse encontrar por Dios que quiere entrar en su vida para hacerlo más feliz.
Empezar a invocarle a Dios como el ciego del Evangelio:
          “Señor, ten piedad de mí” Dame la luz de la fe.
Dedicar un minuto al día para leer la Palabra de Dios.
Acercarse como los pastores en Navidad hasta la gruta de la Eucaristía y ofrecerle su pobreza y vacío.
¡Dios sigue hoy actuando en las personas y mostrando su amor!













EL RINCÓN DEL ATEO

Hay pocos ateos, pues el ateismo es la conclusión de una búsqueda estudiada. Hay quien se dice ateo sin haber hecho ninguna indagación, estudio o planteamiento. De estos hay muchos. Unas veces  son las dudas ante interrogantes sin resolver las que les llevan a declararse ateos, otras la decepción por la vida de los que se dicen creyentes, otras la comodidad para su vida o la salida fácil  ante  preguntas incómodas. También llegan al ateismo práctico personas que han sido creyentes y que, ante enfermedades o momentos en los que han acudido a Dios a pedir la curación propia o de familiares, no han encontrado ni respuesta ni ayuda.
Tú, ¿te encuentras reflejado?

Es verdad que para trabajar, para tener una profesión o una familia no se necesita ser creyente. En muchos aspectos externos de la vida no se diferencia la vida de un ateo y la de un creyente: ambos trabajan, se divierten, tienen amistades, luchan por su familia...

Sin duda, se diferencian los creyentes por la asistencia a los actos religiosos públicos, por los hechos religiosos privados, por la  vivencia y sentido religioso de todo lo que hacen, por el modelo de persona referencial para su vida que es Jesucristo... La práctica de la oración, la Misa, los sacramentos  ayudan a los cristianos a mantener viva la fe en Jesús, a escuchar su Palabra que les va transformando en personas mejores, inconformes con el mundo actual, a vivir la revolución del amor.

Si te sientes ateo sin convicción, inseguro, sin planteamientos, siéntate y piensa por qué has llegado a ello; reflexiona qué aportes daría la fe a tu vida; habla con un corazón sincero  con algún creyente convencido, lee algún libro de personas ateas que han encontrado la fe y sobre todo, desde tu situación, atrévete a gritar a Dios: “Señor, que vea”.














EL RINCÓN DEL CREYENTE LLENO DE DUDAS

El ambiente cultural de  nuestras familias,  pueblos y ciudades está lleno de signos cristianos: cruces, santuarios, estatuas, belenes, villancicos, adornos…
En medio de este ambiente muchas personas dicen: No sé si creo o no creo. Estoy lleno de dudas. A algunos las dudas  sobre algunos aspectos religiosos los tienen paralizados. A todos los creyentes les asaltan dudas:
Unas sobre la comprensión del dogma católico: Si Cristo es Dios, La presencia de Jesús en la Eucaristía, la resurrección de Jesús, la vida después de la muerte…
Otras veces vienen sobre la religión en general: ¿No será la religión un montaje? ¿Por qué vivir como persona religiosa si no tengo pruebas de lo que creo?
Otros dudan al ver que la Iglesia  tiene tantas propiedades: templos, casas parroquiales… y se preguntan: ¿No es la religión para algunos un modo de  vivir y por eso la defienden y predican?
Algunos, al vivir lo religioso de manera superficial, se sienten extraños o en contradicción interna.

Causas de las dudas:

Se extiende la convicción de que lo único que existe es aquello que se puede verificar científicamente. La cultura moderna da un poder total a la razón.
La falta de conocimientos y estudio en materia religiosa. Muchos siguen con  la información religiosa de la niñez.
El clima hostil a lo religioso, el ambiente de alejamiento de muchos lleva a dudar de la  propia fe.
La rutina en la vivencia y práctica de la vida religiosa.
El mal ejemplo de algunos sacerdotes.

¿Qué  debo hacer?

      -Busca  con sinceridad a Dios desde la fe llena de dudas. La verdad de la fe no depende tanto de nuestras dudas como de nuestra relación sincera con Dios.
      -Invoca al Señor: “Señor, yo creo, pero aumenta mi fe”.
      -Infórmate leyendo algún libro que dé respuestas a tus dudas. Otros muchos han tenido tus dudas y han reflexionado sobre ellas. Razón y fe no están reñidas.
      -Dialoga con algún sacerdote, religioso/a o laico. Te dará luz y testimonio.
-Como los magos de Oriente busca, pregunta, pide con humildad y verás que la estrella  te acerca a ese Niño Dios que quiere ser luz en tu vida.










EL RINCÓN DEL CREYENTE NO PRACTICANTE

            En las encuestas que los distintos organismos hacen sobre religión un 73% se declaran creyentes. De ellos un 57% se dicen no practicantes. ¿Te encuentras tú reflejado?

            Pero ¿qué se entiende por creyente no practicante? Normalmente expresan que no asisten a la Misa dominical ni a otros actos religiosos en el templo ni tienen relación con la comunidad creyente. Asisten a bautizos, matrimonios funerales, mandan los hijos a la catequesis para la Primera Comunión. Reducen lo creyente practicante a los actos de culto. Pero muchos creyentes no practicantes tratan de vivir las enseñanzas del Evangelio: el amor al prójimo, el perdón, el servicio, la justicia…

            Si se les pregunta por qué no asisten a la Misa dominical ni se sienten integrados en la comunidad cristiana dan varias respuestas: No tienen tiempo, la Misa es aburrida; los domingos viajan, van al monte, al pueblo…

            Analizando vemos que unos no han encontrado el ejemplo en la familia. Otros al llegar a la adolescencia  practicantes se sienten raros entre la mayoría de jóvenes que no practican y lo dejan. Si profundizamos más encontraremos que falta un planteamiento más serio de la fe. Ir a Misa, participar en la comunidad cristiana no es cuestión de cumplimiento (cumplo y miento) ni de falta de tiempo (sacamos tiempo para lo que consideramos importante) sino de no haber descubierto el amor que Dios me tiene al que quiero responder con amor porque necesito del encuentro con El.

-Y yo como no practicante ¿qué puedo hacer? puedes preguntar.
        - Analizarte, ver la causa de tu situación, qué lugar  tiene Dios en tu vida.
        - Comenzar o intensificar tu encuentro personal con Dios. Gritar a Dios: “Señor, ¡que
           vea!”.
        - Iniciar el encuentro con Jesucristo en su Evangelio
        - Comenzar a asistir a la Misa dominical tratando de responder a la pregunta   
          ¿Qué me ha dicho hoy a mí la Palabra de Dios?
        - Relacionar el mensaje de la Misa con tu vida diaria.
        -  Participar en algún servicio de tu comunidad parroquial.