EL RINCÓN DEL INDIFERENTE
¿Conoces a alguno? ¿Tienes tú algunos rasgos?
¿Por qué existe el indiferente religioso?Varias causas han podido llevarle a la indiferencia religiosa:
- No haber vivido el despertar religioso en la infancia.
- En la familia no recibió ninguna transmisión religiosa.
- A nivel personal nunca se ha preguntado por qué otros son religiosos y él no.
- Ha tenido alguna decepción o mala experiencia con personas o instituciones religiosas y abandonó la religión.
- Lleva una vida de evasión por diversiones, etc.
- Se dedica a un objetivo que le obsesiona o apasiona.
¿Qué puede hacer el indiferente ante lo religioso?
Es difícil despertar la inquietud religiosa a uno que no la tiene. Pero,
1. Necesita preguntarse ¿Por qué soy indiferente a lo religioso cuando un alto número son religiosos? ¿Qué les mueve a otros a dar su vida por Dios?
2. Sería bueno que converse con alguna persona que viva intensamente su fe y escuche su testimonio.
3. La lectura de algún libro sencillo testimonial.
4. Visitar algún santuario o participar aunque sea por curiosidad en alguna romería con asistencia masiva.
5. Ayudar, servir, amar a los demás individual u organizadamente. El amor puede ser el punto de partida para despertar el amor a Dios, fuente de amor.
EL RINCÓN DEL ALEJADO
Juan tiene unos padres muy religiosos y
recibió una educación religiosa basada en las costumbres. Iba a clase de
religión en la escuela, está bautizado, recibió la Primera Comunión e incluso
recibió la Confirmación. Participó en algún campamento que organizaba la
parroquia.
Al ir creciendo fue dejando la asistencia a la iglesia , las
oraciones que hacía de niño. Solo asiste a funerales y a bodas de familiares.
Siente la religión como algo lejano que a veces añora. En
verdad, vive como si no creyera en Dios.
¿Hay muchas personas parecidas con
Juan? Y tú ¿tienes algunos de sus rasgos?
¿Qué le ha pasado a Juan?
¿Por
qué se ha alejado de Dios, de la práctica de la fe?
Juan dice que cree en
Dios pero su fe le sirve para muy poco.
Se ha dejado contagiar por el ambiente de enfriamiento
religioso. Los amigos tampoco le han ayudado. Actúan como él. Los medios de
comunicación le han influido negativamente. Por otro lado, anda muy agobiado
con el trabajo, la familia y su tiempo libre.
¿Qué puede hacer Juan?
Reaccionar. Es hora de hacer un
silencio en la vida y dejarse encontrar por Dios que quiere entrar en su vida
para hacerlo más feliz.
Empezar a invocarle a Dios como el
ciego del Evangelio:
“Señor, ten
piedad de mí” Dame la luz de la fe.
Dedicar un minuto al día para leer la
Palabra de Dios.
Acercarse como los pastores en Navidad
hasta la gruta de la Eucaristía y ofrecerle su pobreza y vacío.
¡Dios sigue hoy actuando en las personas y mostrando su
amor!
EL RINCÓN DEL ATEO
Hay pocos ateos, pues el ateismo es la
conclusión de una búsqueda estudiada. Hay quien se dice ateo sin haber hecho
ninguna indagación, estudio o planteamiento. De estos hay muchos. Unas
veces son las dudas ante interrogantes
sin resolver las que les llevan a declararse ateos, otras la decepción por la
vida de los que se dicen creyentes, otras la comodidad para su vida o la salida
fácil ante preguntas incómodas. También llegan al
ateismo práctico personas que han sido creyentes y que, ante enfermedades o
momentos en los que han acudido a Dios a pedir la curación propia o de
familiares, no han encontrado ni respuesta ni ayuda.
Tú, ¿te encuentras
reflejado?
Es verdad
que para trabajar, para tener una profesión o una familia no se necesita ser
creyente. En muchos aspectos externos de la vida no se diferencia la vida de un
ateo y la de un creyente: ambos trabajan, se divierten, tienen amistades,
luchan por su familia...
Sin duda,
se diferencian los creyentes por la asistencia a los actos religiosos públicos,
por los hechos religiosos privados, por la vivencia y sentido religioso de todo lo que
hacen, por el modelo de persona referencial para su vida que es Jesucristo... La
práctica de la oración, la Misa, los sacramentos ayudan a los cristianos a mantener viva la fe
en Jesús, a escuchar su Palabra que les va transformando en personas mejores,
inconformes con el mundo actual, a vivir la revolución del amor.
Si te
sientes ateo sin convicción, inseguro, sin planteamientos, siéntate y piensa
por qué has llegado a ello; reflexiona qué aportes daría la fe a tu vida; habla
con un corazón sincero con algún
creyente convencido, lee algún libro de personas ateas que han encontrado la fe
y sobre todo, desde tu situación, atrévete a gritar a Dios: “Señor, que vea”.
EL RINCÓN DEL CREYENTE LLENO DE DUDAS
El ambiente cultural
de nuestras familias, pueblos y ciudades está lleno de signos
cristianos: cruces, santuarios, estatuas, belenes, villancicos, adornos…
En medio de este
ambiente muchas personas dicen: No sé si creo o no creo. Estoy lleno de dudas.
A algunos las dudas sobre algunos
aspectos religiosos los tienen paralizados. A todos los creyentes les asaltan
dudas:
Unas
sobre la comprensión del dogma católico: Si Cristo es Dios, La presencia de
Jesús en la Eucaristía, la resurrección de Jesús, la vida después de la muerte…
Otras
veces vienen sobre la religión en general: ¿No será la religión un montaje?
¿Por qué vivir como persona religiosa si no tengo pruebas de lo que creo?
Otros
dudan al ver que la Iglesia tiene tantas
propiedades: templos, casas parroquiales… y se preguntan: ¿No es la religión
para algunos un modo de vivir y por eso
la defienden y predican?
Algunos,
al vivir lo religioso de manera superficial, se sienten extraños o en
contradicción interna.
Causas de las dudas:
Se
extiende la convicción de que lo único que existe es aquello que se puede
verificar científicamente. La cultura moderna da un poder total a la razón.
La
falta de conocimientos y estudio en materia religiosa. Muchos siguen con la información religiosa de la niñez.
El
clima hostil a lo religioso, el ambiente de alejamiento de muchos lleva a dudar
de la propia fe.
La
rutina en la vivencia y práctica de la vida religiosa.
El
mal ejemplo de algunos sacerdotes.
¿Qué
debo hacer?
-Busca con sinceridad a Dios desde la fe llena de
dudas. La verdad de la fe no depende tanto de nuestras dudas como de nuestra relación
sincera con Dios.
-Invoca al
Señor: “Señor, yo creo, pero aumenta mi fe”.
-Infórmate
leyendo algún libro que dé respuestas a tus dudas. Otros muchos han tenido tus
dudas y han reflexionado sobre ellas. Razón y fe no están reñidas.
-Dialoga
con algún sacerdote, religioso/a o laico. Te dará luz y testimonio.
-Como los magos de
Oriente busca, pregunta, pide con humildad y verás que la estrella te acerca a ese Niño Dios que quiere ser luz
en tu vida.
EL RINCÓN DEL
CREYENTE NO PRACTICANTE
En las encuestas que los distintos
organismos hacen sobre religión un 73% se declaran creyentes. De ellos un 57%
se dicen no practicantes. ¿Te encuentras tú reflejado?
Pero ¿qué se entiende por creyente
no practicante? Normalmente expresan que no asisten a la Misa dominical ni a
otros actos religiosos en el templo ni tienen relación con la comunidad
creyente. Asisten a bautizos, matrimonios funerales, mandan los hijos a la
catequesis para la Primera Comunión. Reducen lo creyente practicante a los
actos de culto. Pero muchos creyentes no practicantes tratan de vivir las
enseñanzas del Evangelio: el amor al prójimo, el perdón, el servicio, la
justicia…
Si se les pregunta por qué no
asisten a la Misa dominical ni se sienten integrados en la comunidad cristiana
dan varias respuestas: No tienen tiempo, la Misa es aburrida; los domingos
viajan, van al monte, al pueblo…
Analizando vemos que unos no han
encontrado el ejemplo en la familia. Otros al llegar a la adolescencia practicantes se sienten raros entre la
mayoría de jóvenes que no practican y lo dejan. Si profundizamos más
encontraremos que falta un planteamiento más serio de la fe. Ir a Misa,
participar en la comunidad cristiana no es cuestión de cumplimiento (cumplo y
miento) ni de falta de tiempo (sacamos tiempo para lo que consideramos
importante) sino de no haber descubierto el amor que Dios me tiene al que
quiero responder con amor porque necesito del encuentro con El.
-Y yo como no
practicante ¿qué puedo hacer? puedes preguntar.
- Analizarte, ver la causa de tu
situación, qué lugar tiene Dios en tu
vida.
- Comenzar o intensificar tu encuentro
personal con Dios. Gritar a Dios: “Señor, ¡que
vea!”.
- Iniciar el encuentro con Jesucristo
en su Evangelio
-
Comenzar a asistir a la Misa dominical tratando de responder a la pregunta
¿Qué me ha dicho hoy a mí la Palabra
de Dios?
- Relacionar el mensaje de la Misa con
tu vida diaria.
- Participar en algún servicio de
tu comunidad parroquial.
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